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8 de marzo, una lucha en favor de la mujer y la igualdad de género

3 MAR 2022 - 11:54 CET

El 8 de marzo es, por antonomasia, el día que representa el intento del cambio y las pretensiones de búsqueda de la igualdad de género a través de las corrientes feministas y los desafíos al techo de cristal. Una fecha de crítica a todo lo arraigado que constituye la estructura de una sociedad con disparidad de oportunidades en torno al género; el 8 de marzo, vela por asentar una lucha diaria por la figura de la mujer y la igualdad de género. 

  • La pandemia ha tenido consecuencias muy perjudiciales para la población femenina mundial.

La crisis de la COVID-19 ha empujado al mundo a la peor depresión económica desde la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias socioeconómicas de la pandemia han afectado de manera desproporcionada a las mujeres y las niñas del todo el mundo.

Las mujeres abandonan la población activa a un ritmo mayor que los hombres, y son ellas quienes asumen la creciente carga de trabajo y de cuidados no remunerados.  Entre las estimaciones, se calcula que las mujeres dedican una media de 31 horas semanales al cuidado infantil, 5 horas más que antes de la pandemia; han experimentado una pérdida de empleo más pronunciada de sus homólogos hombres, disminuyendo el número de mujeres empleadas a 54 millones a causa de la pandemia. 

El número de mujeres que no estudia, ni trabaja, ni recibe capacitación aumentó en la mayoría de los países entre el cuarto trimestre de 2019 y el cuarto trimestre de 2020 (ONU Mujeres, 2021).

Las mujeres conforman más del 75% de la fuerza de trabajo del sector sanitario, lo que las vuelve indispensables para dar respuesta a la COVID-19. Sin embargo, ocupan tan solo el 28% de los cargos ejecutivos dentro de este sector (ONU Mujeres, 2021).

Se ha producido, además, un aumento de los casos de violencia contra la mujer denunciados.

A pesar de la influencia que ha tenido la pandemia en el incremento de la brecha de género, la mayoría de las respuestas políticas no han tenido en cuenta la perspectiva de género.

En estos tiempos de recuperación ante la crisis multidimensional mundial, hacer de la igualdad de género uno de los pilares de la respuesta ante la pandemia de la COVID-19 es clave para lograr avances en términos de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres, así como para cumplir con los ODS de la Agenda 2030.

  • La cooperación internacional en torno a la figura de la mujer

El empoderamiento y la consecución de una situación de igualdad entre mujeres y hombres ha sido uno de los principales focos de acción de la cooperación internacional desde su irrupción en todas las agendas internacionales como tema prioritario, en las últimas décadas del siglo XX.  Esto, se materializó en iniciativas de corte internacional como la Conferencia del año internacional de la mujer en México 1975, que generaría un marco de medidas de acción mundial en favor de la mejora de la situación de las mujeres. Por su parte, la Conferencia de Nairobi de 1985, sirvió como examen y evaluación de los logros del decenio de las Naciones Unidas para la mujer, así como de los objetivos establecidos en el plan de Acción Mundial de 1975.

La Plataforma de Acción de Beijing de 1995, fue clave: establece a través de diversas esferas de actuación; medidas para el progreso de las mujeres y la igualdad de género; así como el análisis de las barreras que se oponen a la potenciación de la mujer, pese a los esfuerzos de gobiernos, organizaciones no gubernamentales y mujeres y hombres de todas partes.

Las Naciones Unidas han logrado importantes avances en favor de la igualdad de género, desde la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Violencia contra la Mujer (CEDAW), la creación del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) o del Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (INSTRAW) hasta llegar a los objetivos de desarrollo sostenible en la actualidad (Agenda 2030).

En resumen, se llevan a cabo unos principios de actuación con base en la colaboración de los Estados miembros, a través de una asistencia técnica y económica adecuada y la generación de alianzas eficaces con la sociedad civil, al igual que con organizaciones que estén implicadas en la causa.

-        Campo de acción y cooperación español

En el plano español encontramos diversas iniciativas de cooperación y desarrollo donde identificamos organismos específicos que desempeñan un rol protagonista.   La AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) en primer lugar, ha jugado un papel importante desde el plano de la cooperación española, mostrándose como uno de los principales baluartes en la cooperación mundial, especialmente enfocada a la igualdad de género; “la consecución de la igualdad de género contribuirá decisivamente al progreso en todos los objetivos y metas” (AECID, 2018).

Junto a ella, el Ministerio de Igualdad y el Instituto de la Mujer elaboran continuamente estrategias. A su vez, el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, realizó en 2008 la estrategia de “Género en Desarrollo” de la Cooperación Española, documento que aboga por la consecución del pleno ejercicio de los DD. HH. de las mujeres para reducir su situación de desigualdad a través del empoderamiento. Para ello, se enfocan en 4 escenarios principales como la obtención de plenos derechos en el espacio socio económico sexual, en el espacio reproductivo, el campo civil y político y finalmente en el ámbito cultural (Ministerio de Asuntos Exteriores, 2008).

-        Principales ámbitos de cooperación

Podemos distinguir distintos espacios en los que se enfocan las iniciativas para lograr esa equidad de género.

Dentro del plano económico, se han tomado una serie de medidas que buscan contribuir al empoderamiento económico femenino. Sin embargo, las mujeres siguen sufriendo de discriminación, pobreza y explotación de manera desproporcionada.

Estas condiciones se reflejan en el desempeño de trabajos precarios y poco seguros, y en la escasez de la presencia femenina en los puestos directivos.

Disponen de mucho menos tiempo libre para dedicar a actividades económicas, ya que el grueso de las tareas domésticas recae sobre ellas.

Un propósito clave es el logro de que los grupos más marginados de mujeres consigan unos ingresos más altos, un mejor acceso a los recursos y seguridad.

En cuanto a la esfera política, cabe destacar la escasa, no solo representación política, sino también participación femenina. Atendiendo a la resolución sobre la participación de la mujer en la política aprobada por la ONU en 2011, entendemos que las mujeres siguen estando marginadas en el ámbito político debido a las leyes existentes, prácticas o estereotipos de género discriminatorios.

Entre ellas, podemos destacar las barreras estructurales a las que tienen que hacer frente las mujeres, relacionadas con la existencia de instituciones y leyes discriminatorias, que limitan su capacidad de representación o voto.

Por otro lado, en lo referente al ámbito cultural, es importante destacar, que las formas particulares de orden de género de cada sociedad se reflejan en su forma de vida y expresarse conformando su cultura.

La división genérica del trabajo y del poder depende así en sobremanera de la organización cultural. Cada vez son más las organizaciones que llevan a cabo demandas no solo en el ámbito político-económico, sino también cultural.

 “La importancia de tener en cuenta que las formas en las que se expresan las diferencias entre géneros varían entre las culturas”.

En cuanto al discurso en cooperación para el desarrollo en el ámbito cultural, se han producido algunos cambios, valorando la importancia de tener en cuenta que las formas en las que se expresan las diferencias entre géneros varían entre las culturas.

Para que una intervención externa sea fructífera, se debe tener un conocimiento extenso y adecuado de la realidad y el contexto en el que se está interviniendo.

  • La cuestión de género y sus implicaciones en los ODS. 

La desigualdad de género afecta a la consecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

En cuanto al ODS 1, relativo al fin de la pobreza, cabe mencionar, que con la pandemia el riesgo a la pobreza extrema ha aumentado y las mujeres son las más vulnerables ante esta situación. Las falencias de las redes de protección social dejan a las mujeres frente a una mayor vulnerabilidad. Según ONU Mujeres, “en el año 2020, solo el 246,9%de la población mundial tenía acceso al menos a una prestación de la protección social, y solo el 44,9% de las madres con hijos recién nacidos accedían a prestaciones monetarias por maternidad” (ONU, Mujeres, 2021).

El ODS 2 (Hambre Cero), el 3 (Salud y Bienestar), o el 4 (Educación de Calidad), están estrechamente relacionados con la desigualdad de género. 

La brecha mundial de género en cuanto a la inseguridad alimentaria aumentó durante la pandemia. Según datos de ONU Mujeres, “los hogares de pequeños productores encabezados por mujeres perciben en promedio un 30% menos que los encabezados por hombres”.

En cuanto a los indicadores de Salud y Bienestar, se observa que la interrupción de los servicios esenciales de salud a causa de la COVID-19 ha provocado estragos en la vida de las mujeres y niñas. Entre los servicios esenciales interrumpidos, se encuentran el de salud materna y el de anticoncepción.

En el campo de la Educación de Calidad, el cierre de las escuelas supuso la pérdida de oportunidades de un gran número de niñas, aumentando la exposición de estas a la violencia, la explotación y el matrimonio infantil.

Debemos prestar especial atención al ODS 5, relativo a la Igualdad de Género, este está directamente relacionado con la mujer y la causa que se reivindica cada 8 de marzo. Las mujeres y las niñas siguen experimentando los efectos de las secuelas socioeconómicas, y la pérdida de empleo desproporcionada. La mujer sufre las consecuencias de la brecha de género en la violencia de género, el contexto laboral, el matrimonio, la salud y los derechos reproductivos y sexuales entre otros, situación que se ha agravado aún más con la pandemia.

Otro objetivo reseñable, sería el 8 (Trabajo Decente y Crecimiento Económico). Con la COVID-19, las mujeres han sufrido una pérdida de empleo más importante que la de los hombres, y además la carga de trabajo a la que están sometidas, también ha aumentado, como consecuencia de los trabajos no remunerados que realizan mayoritariamente ellas en el hogar. 

Ante cualquier tipo de crisis, y como se refleja concretamente en la crisis multidimensional de la COVID-19, las mujeres y las niñas son las más perjudicadas.

Es importante que se dé una respuesta multilateral al problema de la desigualdad de género, un problema estructural y sistémico, perpetrado por las leyes e instituciones, así como por los sistemas culturales que determinan nuestra forma de pensar y de relacionarnos.

  • La necesidad de mantener e incrementar los esfuerzos.

El género femenino ha sufrido un trato desigual y discriminatorio a lo largo de la historia; ante esta realidad, la corriente ideológica feminista y su calado transversal en los distintos ámbitos y disciplinas, pretende lograr la igualdad de género y el empoderamiento femenino en un mundo que aún hoy somete a la mujer y la niña a un trato de inferioridad con respecto al hombre.

La pandemia ha contribuido a agravar la situación de precariedad y desigualdad en todos los ámbitos y regiones. Y como es evidente, también ha afectado a la esfera de la brecha de género, siendo según estudios de los distintos gobiernos nacionales y de organismos internacionales como la ONU o la UE, especialmente perjudicial para la situación de las mujeres en el mundo; las cuales han tenido que soportar sobre sus hombros el peso cada vez mayor de las tareas relativas al cuidado, que siempre se les han asignado por estereotipos de género. A pesar de aumentar la carga de trabajo para el género femenino, se trata de trabajos no remunerados o precarios. Además, el hecho de que no cuenten con la misma capacidad de acceder a puestos de liderazgo o de decidir sobre su propio futuro -como consecuencia de la falta de acceso a los mismos recursos que sus homólogos hombres- ha hecho que se perpetúe esa subordinación en la praxis y en las convicciones culturales que guían y sustentan la misma.

Vemos así, la importancia de continuar llevando a cabo iniciativas y proyectos de cooperación al desarrollo que fomenten la igualdad y den lugar a un cambio estructural real. A este respecto es relevante destacar la necesidad de que la ciudadanía mantenga y fortalezca un espíritu y visión crítica frente a la realidad y reivindique las actuaciones justas e igualitarias ante las injusticias del día a día.

A pesar de que es vital participar en los actos del 8 de marzo, la desigualdad de género se debe combatir en el día a día, luchando contra los elementos culturales establecidos, que contribuyen a perpetuarla. Debemos ser activistas del día a día.

 Como ya relató la escritora, filósofa y activista feminista francesa Simone de Beauvoir: “El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente”.

 

Bibliografía

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Manuel Baquero Díaz                                                                    Sara Martínez Murias

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