Un Nobel al Estudio de las Instituciones. La importancia de la Eficiencia y la Innovación
Por Katherin Pinzón y Hugo Quiñones
13/11/2024
Resumen:
Los profesores Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson han recibido el Premio Nobel de Economía 2024 por sus investigaciones sobre cómo las instituciones políticas y económicas impactan la prosperidad de las naciones. Sus estudios explican cómo las estructuras institucionales influyen en el desarrollo económico y social, y subrayan la importancia de la innovación y la eficiencia dentro de un marco institucional adecuado. Los investigadores han realizado importantes contribuciones dirigidas a responder a dos preguntas históricas como son: ¿por qué hay diferencias en el progreso de los países? y ¿por qué algunos fallan y otros son exitosos en la senda del desarrollo?
El Premio Nobel de Economía de este año ha sido otorgado a los profesores Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, por sus investigaciones sobre la formación de las instituciones y su impacto en la prosperidad de las naciones. Estos académicos han realizado un aporte clave para comprender por qué algunos países son más prósperos que otros, y cómo las reglas y estructuras institucionales influyen directamente en el desarrollo económico y social.
Para abordar sus hallazgos, primero debemos entender qué se entiende por “instituciones” en el campo de la economía, un concepto que Douglas North (1990) definió como las reglas, normas y estructuras que organizan el comportamiento y las interacciones dentro de una sociedad. Estas instituciones pueden ser formales, como las leyes, constituciones y regulaciones gubernamentales, o informales, como las tradiciones, costumbres y normas sociales no escritas. Este año, el Premio Nobel continúa el trabajo iniciado en 1993, cuando North y Fogel recibieron el galardón por demostrar cómo el análisis histórico puede desentrañar el papel fundamental de las instituciones en el desarrollo económico. Así, los actuales galardonados profundizan en estos cimientos, al explorar cómo las instituciones inclusivas o extractivas no solo afectan el desarrollo económico, sino también la eficiencia y la innovación, temas clave para el análisis económico moderno.
Una de las contribuciones más importantes de los autores viene de su capacidad para explicar cómo la calidad de las instituciones se convierte en un factor determinante en el éxito económico de un país. Este hallazgo es particularmente retador, ya que la brecha existente entre los países ricos y pobres sigue siendo enorme. Los autores señalan que el 20% de los países más ricos del mundo son 30 veces más ricos que el 20% de los más pobres, y que a pesar de que los países más pobres han mejorado su situación económica, esta diferencia sigue siendo significativa, lo que refleja que la prosperidad no se distribuye de manera equitativa a nivel global.
Figura 1. Diferencia de GDP per cápita entre los países de los quintiles 1 y 5.
¿Cuál es la contribución de su investigación?
Los galardonados proponen que la diferencia entre países prósperos y aquellos que no lo son se debe a la naturaleza de sus instituciones. Específicamente, introducen una distinción crítica entre instituciones inclusivas e instituciones extractivas. Las primeras permiten una amplia participación de la sociedad en la vida económica y política, fomentando la innovación y el crecimiento sostenido. Las segundas, en cambio, concentran el poder y los recursos en manos de unas pocas élites, bloqueando el desarrollo económico y exacerbando las desigualdades sociales. Esta diferenciación entre inclusividad y extracción no es un fenómeno reciente, sino que tiene raíces históricas profundas, muchas de ellas vinculadas al colonialismo, que contribuyó a moldear la estructura institucional de diversas regiones del mundo.
Los galardonados estudiaron el impacto de la colonización europea en distintas regiones, centrándose en el continente americano, utilizando para ello un enfoque "cuasiexperimental". Tomaron los procesos coloniales como un "experimento natural" para analizar cómo las instituciones creadas en las colonias inglesas y españolas fueron determinantes de los diferentes niveles de desarrollo en el norte y el sur de América. En su conocido libro "Por qué fracasan los países" (2012), Acemoglu y Robinson explican que, mientras las colonias españolas establecieron instituciones extractivas que esclavizaban a la población indígena y extraían riquezas, las colonias inglesas, al no encontrar grandes recursos ni una población concentrada, desarrollaron instituciones más inclusivas donde los propios colonos participaban en la generación de riqueza. [1]
Esta divergencia histórica generó lo que los autores llaman una "reversión de la fortuna": las regiones que eran más ricas entonces, como el imperio Azteca o Inca, hoy son más pobres que aquellas colonizadas por los ingleses, como el territorio que hoy constituye Estados Unidos y Canadá.
Un segundo factor clave fue la tasa de mortalidad de los colonos: en las zonas con alta mortalidad, se instauraron instituciones extractivas, lo que hoy se refleja en un menor PIB per cápita. Este fenómeno responde a que las áreas más peligrosas para colonizar tendieron a desarrollar instituciones menos inclusivas.
En las zonas donde las enfermedades fueron más letales para los europeos, como en regiones de África y América Latina, se instauraron sistemas económicos ineficientes que han dado lugar a mayores niveles de pobreza, corrupción y debilidad del estado de derecho. Según Acemoglu, Johnson y Robinson, la pobreza en estos lugares no responde a factores climáticos ni geográficos sino a la naturaleza de las instituciones que se establecieron. Estos resultados vienen a subrayar el papel fundamental de las instituciones en el desarrollo económico, una dimensión que ha sido estudiada con más detalle en investigaciones recientes.
Los investigadores laureados también desarrollaron un marco teórico que explica por qué muchas sociedades quedan atrapadas en instituciones extractivas, que concentran poder y recursos en manos de unos pocos, bloqueando el desarrollo y perpetuando la desigualdad. No obstante, plantean que el cambio es posible y que, en algunos casos, los países han logrado la transformación hacia instituciones inclusivas, promoviendo la democracia y el cumplimiento de la ley, lo que a largo plazo puede reducir la pobreza.
Así, el tipo de instituciones, tanto económicas como políticas, ejerce una influencia directa en las dinámicas de innovación. Las instituciones inclusivas requieren de la intervención del Estado para garantizar derechos sobre la propiedad privada, asegurar la infraestructura y establecer regulaciones básicas para toda la población, no solo para las élites. Esto, a su vez, crea incentivos para que los individuos emprendan y utilicen sus talentos y habilidades en el mercado laboral.
Los galardonados ilustran este concepto a través de la comparación entre las dos Coreas tras la rendición de Japón en 1945 al terminar la Segunda Guerra Mundial. Corea del Sur, a pesar de haber comenzado con instituciones políticas extractivas y autoritarias, ha logrado desarrollar un marco regulatorio que, con el tiempo, fomenta instituciones inclusivas a lo largo de su proceso de convergencia. Esto ha permitido la creación de oportunidades para un crecimiento sostenible basado en la "destrucción creativa" que caracteriza su rápido ascenso en términos de ingreso per cápita desde los años 60 hasta hoy. [2] Por otro lado, Corea del Norte, con sus instituciones políticas extractivas y autoritarias, ha perpetuado una pobreza crónica que limita la iniciativa empresarial y restringe el acceso de su población a mercados donde puedan explotar sus habilidades y adquirir bienes.
Los autores afirman también que la disposición a invertir y aumentar la productividad impulsa la innovación, crea ganadores y perdedores, y que las élites suelen ser las principales afectadas, ya que pierden poder económico al verse forzadas a pagar salarios más justos y reducir la concentración de rentas. Este fenómeno está vinculado a la "trampa de la credibilidad", donde la desconfianza mutua entre élites y resto de la población perpetúa las instituciones extractivas. La población no cree en reformas beneficiosas, y las élites temen perder sus privilegios sin ser compensadas, lo que mantiene a muchas sociedades atrapadas en estos sistemas.
Así pues, Acemoglu, Johnson y Robinson plantean tres circunstancias clave en las que se forman y cambian las instituciones políticas. Primero, existe un conflicto sobre cómo se distribuyen los recursos y quién mantiene el poder de decisión en la sociedad, bien sean las élites bien las masas. En segundo lugar, las masas a veces tienen la oportunidad de ejercer presión mediante movilizaciones, lo que puede influir en el sistema político. Por último, el problema del compromiso implica que la única alternativa viable es que las élites transfieran el poder de toma de decisiones a la población, lo que representa un desafío considerable en el camino hacia la instauración de instituciones inclusivas y funcionales.
Figura 2. Proceso de transformación de las instituciones
Es aquí donde destaca la importancia de la eficiencia en las instituciones. En diversos estudios, Acemoglu, Johnson y Robinson (2003, 2005 y 2006), han evidenciado la conexión entre las instituciones extractivas y su preferencia por establecer marcos ineficientes. Estas instituciones, al ser ineficientes desde el punto de vista del bienestar social, permiten la extracción de mayores recursos de la población. En contraposición, las instituciones económicas eficientes crean un entorno en el que los recursos se asignan adecuadamente, promoviendo la innovación, la inversión y el desarrollo empresarial.
Además, las instituciones eficientes son más flexibles y pueden evolucionar o adaptarse con el tiempo para maximizar los beneficios del progreso, mientras que las ineficientes tienden a volverse rígidas y a favorecer los intereses de una minoría de la población. Por ello, fomentar la eficiencia en las instituciones políticas y económicas no solo promueve su inclusividad, sino que también fortalece su capacidad de generar un "círculo virtuoso". En este ciclo, el desarrollo impulsa las instituciones, lo que a su vez conduce a una prosperidad duradera. En contraste, la creación de instituciones ineficientes desencadena una dinámica de "círculo vicioso", donde el poder se concentra en manos de una élite que busca maximizar sus propios beneficios a expensas del resto de la población, debilitando el crecimiento económico y profundizando la desigualdad. Por lo tanto, ellos resaltan la importancia de que las sociedades exijan instituciones más eficientes para lograr un desarrollo más estable e igualitario.
Un análisis alternativo
Además de lo anterior, es importante señalar que, sin embargo, los resultados obtenidos por los galardonados no siempre se alinean con la realidad observada en algunos contextos. Una de las críticas más destacadas hacia su trabajo se refiere a su análisis del desarrollo de ciertas economías, como el caso de China. En sus obras, Acemoglu y Robinson sostenían que el modelo de desarrollo de China, fundamentado en instituciones extractivas, no tendría éxito. Sin embargo, casi diez años después de la publicación de su influyente libro “Por qué fracasan los países” (Acemoglu y Robinson, 2012), ha quedado claro que esta economía ha logrado, contra todo pronóstico, no solo impulsar su desarrollo económico sino también reducir la desigualdad al erradicar la pobreza extrema, sacando a más de 850 millones de personas de esta condición hacia finales de 2020.
En el texto mencionado, los autores argumentan que el crecimiento de China se sustentaba en que sus instituciones políticas extractivas permitían un desarrollo económico sostenido mediante la asignación de recursos a actividades de alta productividad. No obstante, advertían que este crecimiento no sería sostenible a largo plazo ni compatible con el principio de destrucción creativa. Sin embargo, en la última década se ha evidenciado un crecimiento notable y sostenido , con un aumento del 150% en la cantidad de patentes solicitadas por residentes chinos. Además, a pesar de la percepción generalizada de que las instituciones chinas son predominantemente extractivas y que las garantías de protección a la propiedad privada son limitadas, también se ha observado un crecimiento aproximado del 35% en las solicitudes de patentes extranjeras (Banco Mundial, 2024).
En este sentido, autores como Chang (2002 y 2010), Ang (2016 y 2019) y Khan (2010) argumentan que países como Japón, Corea del Sur y China han experimentado un desarrollo significativo bajo instituciones consideradas "extractivas". Por lo tanto, sostienen que el desarrollo económico no depende exclusivamente de la creación de instituciones inclusivas, sino que requiere flexibilidad en el diseño institucional, adaptando las políticas más eficientes a las condiciones locales en lugar de seguir ciegamente modelos occidentales. Esta perspectiva invita a un replanteamiento de los enfoques convencionales sobre el desarrollo económico y, sin dejar de lado el enfoque institucional planteado por los galardonados, a considerar que existe una diversidad de caminos que pueden conducir a la prosperidad en distintos contextos.
Una mayor profundización y la combinación con otras diferentes perspectivas sobre el estudio de las instituciones y los diferentes factores que afectan el desarrollo económico, las podemos encontrar en el libro “Historia de las instituciones españolas” del que recientemente se ha publicado la segunda edición, que ha sido coordinada por el también investigador adscrito al ICEI, Thomas Baumert (2024).
Referencias
Ang, Y.Y. (2016). How China Escaped the Poverty Trap. Ithaca: Cornell University Press.
Chang, H-J. (2010). 23 Things They Don’t Tell You About Capitalism. London: Penguin.
Lecturas recomendadas
Nobel Prize Outreach AB. (2024, October 24). Press release. NobelPrize.org. https://www.nobelprize.org/prizes/economic-sciences/2024/press-release/
[1] Este modelo de instituciones inclusivas se pudo instaurar también debido a que la población aborigen asentada allí fue prácticamente exterminada, como lo demuestran Madley (2016) y Wolfe (2006).
[2] Piénsese que el ingreso per cápita de Corea del Sur era en los años 60 inferior al de España y que en la actualidad lo supera.