Truna Encuentros Sonoros
Truna: lo orgánico de lo electrónico
Vimos a Truna desdoblado, a Truna triplicado, le vimos saludarse a si mismo y despedirse. Y lo que oímos en ese coloquio son “sonidos muy orgánicos, a veces suenan como animales”, confiesa Andrés Blasco, el artista que se tripite al compás de instrumentos como la maleta mágica, el atril del futuro o el toro cósmico.
Truna protagonizó el segundo de los Encuentros Sonoros del ciclo 2017-18 con un espectáculo, Trio Truna TX3, y con el bagaje de quien viene “del rock experimental, de tocar en garitos cuando tienes 16 años”. Un “creador de instrumentos dadaísta” -como le define el profesor Jaime Munarriz- que “lleva 30 años dedicado a la música experimental”.
En esta ocasión, Andrés Blasco, Truna despliega sus “esculturas” y se clona “para interactuar” y, quizá también, porque “improvisar solo es muy duro”. Del músico que interpreta tocado con dos altavoces mientras congela a uno de sus alterego, del que se maneja a sí mismo en pantalla con un mando a distancia colgado del cuello,... conocimos mucho más en esta sesión. Ya antes de comenzar Truna insistía a Encuentros Complutense en que a pesar del artificio “los sonidos son muy orgánicos”. Acaba de participar en un festival de arte y ecología y el público ha detectado que “lo que había expuesto era lo que sucede en la Naturaleza, no hay nada acotado”. Y tampoco nada zanjado en busca de esa “sonoridad propia con herramientas en proceso. Son instrumentos que nunca están terminados”.
“Este ánimo de experimentar me viene desde muy niño” cuando creaba esculturas y “ya cuando estaba en la música experimental recuperé ese niño”. Un niño con chelo y maleta mágica -“un cúmulo de efectos. Son varillas con pegamento a potenciómetros”, explica-, con un “toro cósmico que tiene 25 años, no está acabado, está en proceso”, en el que juega “con imanes. Tiene vida propia, incluso sin feed back”, que recalca que “este trabajo está estructurado” y al que le gusta “jugar con la performance sin ser esclavo de ella”. Truna defiende “el instante y el momento” y “no tener miedo al sentido del humor. Cuando lo compartes es muy grato”.
Este “autodidacta” que admite que “ha habido momentos en que casi me he electrocutado. Tuve que ir al médico porque utilizaba voltajes altos”, ha aprendido mucho "en las casas de los luthiers sobre la acústica”, y por eso es el artífice de sus propios instrumentos. Un auto-luthier, como le gusta definirse, pero también un recolector de historias. Sus instrumentos “están hechos con pedacitos de cosas regaladas o encontradas, son arte-reciclaje. Cada piececita tiene su historia, me recuerda a la persona que me la regaló. Hasta el punto de que no me puedo deshacer de ellos; aunque me digan te lo compro, te doy lo que quieras,… Hay un vínculo muy fuerte” y también un sonido que ha logrado en su proceso de elaboración.
Truna transporta con su música y experiencias en el Salón de actos de la Facultad de Bellas Artes, pero se ilumina cuando recuerda otros espacios, como cuando “vestido, con un violín, me metí en el mar”; un campo de algarrobos o una población en la que con el “atril del futuro - una emisora de FM- inundo la calle y las emisoras principales con la música”. Una acción que parte de “enfrentar dos coches, abrir las puertas,… Las luces y las radios de los dos coches era mi sistema de sonar. Haces cómplice a la gente con los materiales que te encuentras”. “Me interesa la línea de trabajo en espacios públicos, el peatón es azaroso”, añade.
“Estructurado pero libre”, Andrés Blasco llegó a la música a los 25, conservatorio, escuela de jazz, gusto por la cuerda persa, The Residents, Mike Cooper,… y al final alguien siempre encuentra en él referencias eclécticas, una de las últimas: “me has transportado al mundo de Segundo de Chomón, donde la comicidad y la no narratividad están jugando”.
Encuentros Sonoros tiene su próxima cita el 21 de febrero con el músico y productor musical Suso Saiz
Texto: Celia Sánchez Fotografía: Borja Jaume
23 de noviembre 2017 #encuentrossonorosBBAA
