Síndrome postvacacional, un mal compañero de trabajo
Lo que ayer era levantarse sin despertador, hoy es hacerlo a las siete de la mañana. Las vistas al subir la persiana no son las playas del Mediterráneo, sino la calle y los coches atascados. Eso por no hablar del estado de ánimo. “Será el síndrome postvacacional”, dicen a tu alrededor. Bienvenidos a septiembre, bienvenidos a la vuelta al trabajo.
Unas malas condiciones laborales intensifican el malestar al volver. / Alan Cleaver.
MARÍA MILÁN | “Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar”, decía William Shakespeare. Quizá su filosofía ayude a evitar esa desazón, popularmente conocida como síndrome postvacacional, que muchas personas experimentan al volver al trabajo tras las idílicas vacaciones.
Malestar, cansancio, ansiedad o falta de motivación son algunos de sus síntomas. “A pesar de no estar tipificado en los manuales diagnósticos, la comunidad científica coincide en describir este síndrome como un conjunto de síntomas emocionales y comportamentales que surgen tras la reincorporación a la actividad laboral”, define Ignacio Fernández Arias, jefe de psicólogos de la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
El equipo de expertos de la clínica universitaria coincide en normalizar esta reacción, habitual en la mayoría de la población que vuelve a la rutina. “Es importante aclarar que no es un trastorno ni un síndrome clínico”, apuntan.
El clima laboral influye
En este estado pasajero, no es tan importante el tiempo que dura –entre una y dos semanas, normalmente– como la intensidad de los síntomas y su interferencia en la vida diaria, según los expertos.
Las condiciones laborales juegan un papel muy importante en la adaptación a la rutina tras las vacaciones. Entre ellas, los horarios irregulares, el mal clima laboral o las altas responsabilidades, como enumera Cristina Larroy, directora de la Clínica Universitaria de Psicología de la UCM. La monotonía, la injusta remuneración o la sensación de baja realización personal también son enemigos del trabajador recién incorporado.
Además, algunos estudios señalan que en época de crisis como la actual, el recorte de vacaciones y el descontento con el trabajo intensifican esta sensación. ¿Lo sufren más las mujeres que los hombres? “No contamos con datos que nos inclinen hacia una mayor vulnerabilidad en función de variables de género, si bien, según la OMS, se constata tradicionalmente mayor incidencia de problemas de ansiedad y depresión en mujeres”, mantiene Larroy.
En cuanto a la edad más vulnerable, tampoco hay datos concluyentes, salvo los que maneja el Grupo de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria: el 15% de los adultos y entre el 5% y el 8% de niños sufren episodios de este estado anímico.
Ocio como premio
Es importante dedicar tiempo libre al ocio. / Hernán Piñera.
A pesar de ser síntomas normales en esta época del año, se puede llegar a hablar de episodio depresivo si estos se intensifican, cronifican o generan limitaciones funcionales, como dificultades para dormir o disfrutar del tiempo de ocio.
Los especialistas apuestan por el tratamiento psicológico para abordar las reacciones ansioso-depresivas fruto de este malestar anormal. “Dado que no se considera un trastorno clínico como tal, el abordaje terapéutico va dirigido a las reacciones y consecuencias del desajuste”, explica Fernández Arias.
La mejor fórmula para combatirlo es su prevención. Larroy recomienda comenzar el trabajo poco a poco, planificar los descansos, respetar las horas de las comidas y hacerlas acompañados y dormir. Organizar el tiempo libre después de la jornada laboral también es de gran ayuda, con deporte o fines de semana ociosos como premio al esfuerzo semanal.
“Las personas tenemos una extraordinaria capacidad de adaptación, sobre todo si tomamos medidas necesarias y preventivas ante los cambios”, recuerda Fernández Arias, y hace un llamamiento a la no patologización de un trastorno no reconocido por la comunidad científica. Igual que viene, esta desazón por la vuelta al trabajo se va.
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