La “vuelta al cole” siempre viene cargada de nuevos y ambiciosos objetivos, de uno y otro lado: estudiar y corregir desde el primer día, hacer mejores trabajos o innovar en la forma de impartir clase. Entre esos nuevos propósitos está el aprovechamiento de las nuevas tecnologías para sacar de ellas el máximo partido. Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Francisco de Vitoria, en los centros educativos madrileños todavía no se ha conseguido una integración tecnológica eficaz, más por falta de formación pedagógica del profesorado que técnica. Francisco José Fernández Cruz, investigador del departamento de Investigación y Psicología en Educación de la UCM desgrana los resultados de este trabajo y aboga por dotar a los maestros de habilidades para “enseñar a enseñar” con las TICs. 

Descargar en PDF 

MARÍA MILÁN | Uno de los ejes de su estudio es la integración tecnológica. ¿Qué entendemos por ella?

La integración tecnológica es la manera en la que los colegios o institutos están incorporando en sus estructuras pedagógicas el uso de la tecnología. Es importante reconocer que se introduce la Ley Orgánica de Educación en 2006 se incorpora el desarrollo de las competencias, entre ellas la competencia digital, que obliga a las instituciones escolares a hacer un uso de las nuevas tecnologías desde el propio currículo. La cuestión es que el proceso de integración ha sido muy dispar, muy diferente.

¿Qué han averiguado?

En el estudio nos preguntábamos si estaban los colegios preparados para la integración y si los profesores lo estaban para desarrollar en sus alumnos la competencia digital. Para responder a ello, elaboramos una herramienta de evaluación que nos permitiera determinar cuál era el perfil del profesorado de la Comunidad de Madrid en este tema.

¿Cómo funciona la herramienta que habéis construido?

El instrumento que utilizamos para este estudio es un cuestionario compuesto por tres pates fundamentales. La primera trata sobre las características propias del profesorado. Nos interesaba saber qué actitud tiene hacia las nuevas tecnologías, su formación o el uso que le daban a nivel personal y profesional. En la segunda parte nos interesaba saber cuáles eran los recursos y la estructura pedagógica que tenía el centro y, por último, la tercera intenta determinar el perfil de competencia digital de los docentes.  La herramienta, en esa parte estaba dividida en otras cinco: planificación y evaluación en TIC, aspectos metodológicos, el uso de las tecnologías gestión y coordinación de recursos y, por último, formación continua en TIC.

¿Qué resultados obtuvieron, qué perfil predomina?

Identificamos cada perfil en relación a unos estándares que había elaborado la UNESCO en 2008 y ampliado en 2011. Los estándares de la UNESCO establece tres niveles, si hacemos un símil con la clasificación del nivel de un idioma, podríamos hablar del A, B y C, siendo el A el más básico.

Según sus resultados, ¿qué perfil predomina?

Después de evaluar los centros, vimos que había una gran mayoría de profesores que no estaban preparados, que no tenían un perfil alto. Una gran mayoría de los profesores de la comunidad de Madrid tiene un perfil A y B, mientras que el C una minoría.

¿Cómo ayudar a los docentes para que pasen de un perfil A al C?

A lo largo del estudio nos hemos dado cuenta de que existen muchos tipos de centros y cada uno tiene su propia idiosincrasia. Hay instituciones que no tienen recursos pero que tienen mucha voluntad, otras que sí los tienen pero carecen de tiempo y también las hay que, disponiendo de muchos recursos y voluntad, les falta formación. Es decir, a los profesores les falta más formación pedagógica que técnica, saben usar los dispositivos tecnológicos, una Tablet o un ordenador, pero no de qué manera emplearlos para que el alumno aprenda. Necesitamos mucha más formación pedagógica, que vaya al uso educativo para el aprendizaje del alumno.

¿Dónde estaría esa formación?

Desde los Centros de Formación del Profesorado o en los propios centros, públicos o privados. Se necesita también, y más en este campo, un acompañamiento real del profesorado, pues la formación que se necesita no consiste en soltarla en un centro y que ahí se las apañen, sino intentar ayudar al docente en todos los procesos de incorporación de las tecnologías en sus asignaturas, tratar de desarrollar una figura de coordinación pedagógica a nivel tecnológico, alguien al lado del profesorado y a seleccionar material.

La tecnología evoluciona muy rápido y a veces, ese material queda obsoleto. ¿Por qué sucede esto?

Los recursos pedagógicos para el uso de las tecnologías en el aula han ido evolucionando. Hace unos 15 años teníamos los CD y eso ya no existe, utilizamos tablets y los recursos están más en internet. Creo que las editoriales no están apoyando al profesorado que sea capaz de ser autónomo.

¿Tenemos miedo a la tecnología?

Yo creo que lo hemos superado. Ahora no es que tengamos miedo, reconocemos que la tecnología es una necesidad para cualquier ámbito pero estamos en un punto de desconcierto. Tenemos tantas opciones que no sabemos qué elegir. Los padres se sienten abrumados porque los chicos avanzan un poco más rápido de lo que ellos querrían, y los profesores igual. Hay un desconcierto por la brecha que se produce entre el conocimiento y las destrezas que tienen los alumnos con respecto a la que tienen los padres y los profesores. Yo creo que ese desconcierto es bueno porque nos hace pensar en qué es lo que tenemos que ir haciendo y nos hace avanzar hacia un nivel equitativo. Ya hay muchos docentes que se están dando cuenta de que esto es una evolución y que tenemos que avanzar al mismo ritmo que los alumnos y las tecnologías.

Referencia bibliográfica: Francisco José Fernández Cruz, M. José Fernández Díaz y Jesús Miguel Rodríguez Mantilla. “El proceso de integración y uso pedagógico de las TIC en los centros educativos madrileños”. Educación XXI. 21.2, 2018. DOI: 10.5944/educxx1.17907

Información relacionada

» Las malas relaciones con el profesorado aumentan el riesgo de adicción a internet en la adolescencia

» “Ahora nos estamos dando cuenta del sobrediagnóstico de TDAH”