Playas, piscinas, parques se abarrotan en julio y en agosto de aquellos que más vacaciones tienen durante el año: los niños. El desequilibrio entre el calendario escolar y el laboral, así como la dificultad de muchas familias para permitirse una guardería, campamento o un cuidador hace que cada vez más recurran a un colectivo más cercano: la tercera edad. En el Día Mundial del Abuelo que se celebra el 26 de julio, María Teresa López López, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid analiza las ventajas y los inconvenientes de una situación que precisa de unas políticas familiares que no sobrecarguen a los ancianos sin que ello ponga en peligro esa relación afectiva que se ha conseguido con éxito en las últimas décadas.

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MARÍA MILÁN | España, Portugal, Cuba o Brasil, entre otros, celebran el 26 de julio el Día del Abuelo, día que la tradición católica dedica a San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen María. En las últimas décadas la relación abuelos-nietos ha derivado en mayor proximidad, afecto y confianza. Pero, en otros casos, también en dependencia económica y desgaste físico y/o psicológico de los más mayores.

“Si se plantean esas relaciones como sustitutivas del papel de los padres, es decir, si convertimos a los abuelos en padres, porque éstos están ausentes muchas horas, normalmente por motivos laborales, las ventajas que tiene la relación abuelos y nietos, puede desaparecer”, explica María Teresa López López, investigadora de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense de Madrid.

La experta en políticas públicas de familia y sociales explica que, aunque los abuelos están encantados de cuidar a sus nietos, el problema llega cuando no están en condiciones físicas ni psicológicas de asumir esa responsabilidad.

“El problema que tenemos en España es que los abuelos son la principal estrategia que tenemos para la conciliación y por lo tanto, estamos haciéndoles responsables de cuidar de unos niños pequeños para los que muchas veces no están preparados porque la edad les impone muchas restricciones. En verano, esta necesidad se acentúa”, señala la investigadora de la UCM, si bien insiste en la necesidad de resaltar las ventajas de la relación abuelos-nietos, entre las que se encuentran la sensación de sentirse queridos y de esperanza y la posibilidad de transmitir una parte de la cultura que sino se perdería: costumbres, tradiciones, etc..

Políticas familiares, urgentes

¿Dónde está la clave para evitar ese desgaste físico y el estrés de volver a ser padres en la última etapa de su vida? “En la puesta en marcha de políticas de familia que faciliten la conciliación, lo que pasa por fomentar la flexibilidad horaria y el equilibrio en los calendarios escolares y laborales”, responde López López.

En España, trabajar hasta las diez de la noche no resulta extraño, y hacerlo por un bajo salario menos. Y esto es posible, muchas veces, porque detrás están ellos, los abuelos, con sus pensiones, que les permite además no solo cuidar a los nietos sin ayudar a mantener la economía familiar de sus propios hijos, y esto se ha observado claramente en la última crisis.

¿Dónde estaría entonces el equilibrio en ese cuidado? “Según los datos que manejamos, se ve que es diferente el comportamiento y los efectos que tiene sobre las personas mayores el cuidado de los nietos en función de la edad”, indica la economista, que estima en dos horas la atención a los nietos si el cuidador supera los 70, y más de tres si este es más joven.

Cuando hablamos de abuelos, añade, hablamos de un colectivo poco homogéneo, que puede ir de los 50 años a los 100. “ Los efectos no son los mismos cuando se tiene 50 que 70, pero si una persona más joven tiene que cuidar más tiempo a sus nietos, al final les va a afectar más que a una mayor que simplemente les hace compañía”.

La investigadora concluye que, apoyados por esas políticas familiares que deben llegar y evitando exceder las responsabilidades, la relación intergeneracional juega un papel muy positivo. “Gracias a los abuelos se transmite mucho mejor la cultura. Si les dejamos ejercer como abuelos, una de las muchas cosas buenas que pueden hacer es fomentar las tradiciones y enriquecer a los más pequeños”.

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